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Blog de Artículos

Sugerencias para promover la resiliencia de un equipo sanitario que se enfrenta a situaciones de alto impacto emocional de forma continuada

La situación provocada por la pandemia del Covid-19 está sometiendo a los profesionales sanitarios a una excepcional sobrecarga emocional que, teniendo en cuenta las expectativas de duración de la crisis, supone una amenaza para la integridad de la columna vertebral de nuestro sistema sanitario: las personas y los equipos que la sostienen.

En este contexto, y para dar una respuesta adecuada a las necesidades de los pacientes y de sus familiares, se nos presenta como un imperativo ético trabajar para que los profesionales cuiden su equilibrio emocional y eviten el agotamiento.

Esta sobrecarga emocional puede tener diferentes causas. Generalmente, es fruto del desequilibrio entre los recursos (personales, materiales y organizativos) y las demandas que sobrepasan la capacidad de dar respuesta y amenazan la consistencia de las personas, los equipos y las organizaciones.

El modelo de atención hasta ahora imperante en el entorno sanitario -y más específicamente en los hospitales-, muy centrado en la enfermedad y en evitar la muerte, a vees no tiene en cuenta, entre los aspectos terapéuticos, elementos fundamentales de las personas (pacientes y profesionales), como son las emociones, la adaptación a la pérdida o el proceso de morir. Esto impide que tanto unos como otros sean capaces de asumir la intensidad de sufrimiento que se está generando estos días.

Los profesionales de Cuidados Paliativos hemos desarrollado una serie de herramientas para trabajar en el entorno del sufrimiento, que quizás ahora puedan ayudar a prevenir, identificar y gestionar el impacto emocional que, sin duda, sufrirán los profesionales en las próximas semanas.

 

PRIMER PASO: IDENTIFICAR LOS POSIBLES RIESGOS

La doctora en Psicología, Macarena Gálvez Herrer, miembro del proyecto HU-CI, nos ayuda a reconocer e identificar los posibles riesgos.

 

Reacciones que puedo sentir:

Emocionales (temporales). Estado de shock, temor, tristeza, resentimiento o culpa, desesperanza, irritabilidad, alta reactividad, mayor labilidad emocional, dificultad para expresar sentimientos, bloqueo emocional.
Cognitivas. Confusión, dificultad de concentración y atención, recuerdos y pensamientos intrusivos, embotamiento, dificultad para conectar y rumiaciones.
Físicas. Tensión, fatiga, problemas del sueño, cambios en el apetito, náuseas, taquicardias, cefaleas tensionales, molestias musculoesqueléticas.
Interpersonales. Conductas de aislamiento, evitación de la interacción, sentimientos de rechazo o abandono, actitudes de frialdad o distanciamiento de los otros o, por el contrario, conductas de sobreprotección y control.
Todas son reacciones “normales” ante una situación extraordinaria. Pero esto no quiere decir que no sea necesaria una actuación sobre las mismas.
Riesgos relacionados con aspectos psicosociales del trabajo:
Estrés laboral. Desequilibrio entre las demandas (organizacionales, físicas, emocionales, de saturación de servicios…) y los recursos para llevarlas a cabo (ratios de personal, disponibilidad de recursos materiales y humanos, disponibilidad y utilización de EPI´s para el trabajo cotidiano…).
Carga mental. Mantenimiento continuado de un elevado nivel de atención, dificultad y riesgo de la tarea para uno mismo y para terceros, así como un alto ritmo de trabajo.
Desgaste profesional (burnout). Si bien se trata de un proceso que se desencadena a lo largo del tiempo y está relacionado con factores fundamentalmente organizacionales, la situación actual puede agravar los niveles medio-altos de “quemazón” ya existentes, ya que se intensifican los factores desencadenantes y aumenta el agotamiento emocional.
Distrés moral. Ante situaciones en las que el profesional reconoce la acción éticamente apropiada, pero no puede llevarla a cabo por presiones internas (miedo, incapacidad para afrontar el sufrimiento percibido, falta de conocimiento suficiente…) o externas (presión jerárquica, problemas de comunicación, organizacionales, de recursos, ausencia de soporte de otros servicios…).
Fatiga por compasión o estrés traumático secundario. Sobrecarga emocional en la exposición del sufrimiento ajeno de forma continuada en el tiempo. La exposición a vivencias traumáticas en pacientes, familiares y compañeros de trabajo puede favorecer esta situación.

Serán esenciales las medidas organizacionales de prevención primaria y secundaria, la identificación temprana y la minimización del riesgo.

 

Posibles consecuencias para la salud emocional:

Estados de ansiedad (de forma crónica o generalizada o en crisis de angustia/ataque de pánico).
Depresión.
Estrés postraumático.

 

LO QUE HEMOS APRENDIDO EN LOS CUIDADOS PALIATIVOS

 

1. La manera de relacionarnos con el proceso de morir

A pesar de que en Intensivos se da una mortalidad del 10-15% entre los pacientes atendidos y en Cuidados Paliativos la mortalidad alcanza el 100 %, los profesionales de UCI sufren el doble de burn out que sus colegas de Paliativos. Es decir, el burn out no tiene que ver con la muerte en sí misma, sino en cómo el profesional interpreta que “se le mueren” los enfermos. En este sentido, es necesario un cambio de perspectiva a la hora de abordar el proceso de morir de nuestros pacientes.

La muerte como traspaso, no como fracaso. Podemos empezar por dejar de ver la muerte como un fracaso para empezar a verla como un traspaso. Es decir, como un cierre de la biografía de esa persona, como un proceso que merece ser tratado y acompañado, no como un problema a resolver. Esto aligera mucho el «peso» que los profesionales se ponen encima.
Las personas son más que cuerpos. No podemos tratar a las personas solamente como cuerpos. Las personas, además de un cuerpo, tienen una conciencia, una biografía y una familia. Morir es, además de un proceso biológico, un proceso biográfico, existencial y espiritual, además de ser uno de los momentos de más intensidad ontológica.
Morir es un proceso que merece ser cuidado. Cuidar de manera humana el proceso de morir humaniza a todos los que acompañan en ese proceso. No debemos banalizarlo y los profesionales que, por falta de recursos o de formación, tratan la muerte sin cuidado, corren el riesgo de deshumanizarse, algo que puede causar problemas de salud mental.

«Somos responsables de nuestro esfuerzo, pero no de los resultados de nuestro esfuerzo».

Esta frase extraída de los Upanishad (libros sagrados hinduistas del año 500 a.C.) nos recuerda que como profesionales debemos hacer lo que consideramos mejor para ayudar a nuestros pacientes, pero nadie nos puede pedir que el resultado sea “curar” o “salvar” a estas personas, ya que ese resultado no depende solamente de nuestra intervención, tanto si esta sale bien como si sale mal.

Los profesionales sanitarios a menudo nos exigimos hacer milagros, pero las personas mueren porque han nacido, no por nuestra culpa. Morir, como decía Borges, “es una costumbre que tiene la gente”. Y lo que tenemos que entender los profesionales es que si no estuviéramos haciendo todo lo que podemos, seguramente las cosas irían peor. Cuando tenemos claro que alguien va a morir, no debemos luchar para evitarlo sino acompañarle para que muera bien. No debemos estar tristes porque se “nos” ha muerto el enfermo, sino agradecidos por haberle ayudado a morir mejor de lo que lo hubiera hecho sin nosotros.

 

2. El equipo como herramienta fundamental de trabajo y protección

“Todos somos necesarios, tú solo no puedes”. En Cuidados Paliativos hemos aprendido que curar lo puede hacer un equipo multidisciplinar con estructura jerárquica. Cuidar, y cuidar bajo condiciones especiales de estrés y alta intensidad emocional, es mejor hacerlo con el apoyo de un grupo de personas que comparten un propósito: aliviar en lo posible el sufrimiento.
Equipo multidisciplinar. Solo un equipo de cuidados paliativos que incluya enfermeras, auxiliares, psicólogos, trabajadores sociales y médicos trabajando con el mismo objetivo, con un modelo de simetría moral, puede abordar esto sin agotarse.
Red de apoyo. Todos los profesionales somos seres humanos independientemente de nuestra categoría profesional y, como tales, podemos apoyarnos unos en otros para sentir que somos una red con el objetivo común de ayudar a los enfermos y sus familias, además de cuidarnos entre nosotros.
El sentido de lo que hacemos. Compartir un propósito en estos momentos de vulnerabilidad, confusión e incertidumbre es una fuerza motora que nos anima y nos hace sentir que, como grupo, compartimos un sentido por el cual trabajar. Esto nos moviliza y nos da la fuerza y determinación necesaria para afrontar los obstáculos que aparecen al acompañar a otros en el proceso de morir.
Comunicación. Mantener el contacto con nuestros compañeros nos saca del aislamiento y la incertidumbre; evita que perdamos el foco y nos ayuda a seguir en la dirección marcada: la atención a los pacientes y sus familias.
Conviene que en el equipo haya espacios de ventilación emocional en los que podamos hablar abiertamente de: ¿Qué ha pasado? ¿Cómo me he sentido con lo que ha pasado? ¿Cómo estoy ahora? mientras los demás escuchan y todos tienen la oportunidad de hablar; poner palabras a lo que sentimos facilita la gestión de nuestras emociones.
Confianza. El equipo es un “nosotros” que se construye a partir de la confianza y que se refuerza trabajando unido en situaciones de alta complejidad, donde hay que tomar decisiones difíciles: sedación, limitación del esfuerzo terapéutico, comunicación de malas noticias, etc. Y es ahí, en esos momentos, cuando necesitamos sentir que formamos parte de algo más grande que nosotros que nos acoge y nos apoya. El equipo es una herramienta fundamental de apoyo emocional.
Sostenimiento. El equipo actúa como lugar de sostenimiento. Sus miembros pueden recoger el estado de ánimo de sus compañeros y compartir las emociones que les generan estrés y desánimo. A la vez, el humor, compartir anécdotas y facilitar la ayuda mutua ejercen de protección para sentirnos útiles y sanos emocionalmente, a pesar de las dificultades.

 

3. El autocuidado de los profesionales

Las dos herramientas con las que contamos para trabajar en el entorno del sufrimiento son la sabiduría y la compasión.

La compasión forma parte del ADN de los profesionales sanitarios. Escogimos esta profesión para ayudar a la gente.
La sabiduría es la que a veces nos falta, y es la que nos permite diferenciar lo que podemos hacer y lo que no es conveniente. Es decir, hacer la selección de los pacientes con ecuanimidad y sin implicación personal.
Ser conscientes de nuestros límites y aceptarlos nos devuelve a la realidad, mientras que creer que somos responsables de todo nos puede agotar.

Es importante entender que nos encontramos en una situación de estado de alarma estatal, donde el mayor impacto recae sobre el sistema sanitario al que pertenecemos. Somos a nivel colectivo los más perjudicados de esta crisis.

A continuación, ofrecemos unas pautas para poder favorecer el autocuidado:

Acepta tus emociones. La situación que estamos viviendo es nueva para todos. Tenemos mucha incertidumbre sobre cómo se desarrolla todo, lo que genera miedo e impotencia. Reconoce cuáles son las emociones que todo esto te genera. Permítetelas y acéptalas.
Cuida tu mente. Es fundamental el autocuidado para poder seguir cuidando. Busca espacios para tu propio cuidado mental. Si conectas con ello, medita y sé consciente de cómo te afecta todo esto.
Respira. Practica técnicas de relajación y respiración.
Cuida tus hábitos. Incorpora en tu día a día el ejercicio físico. Intenta mantener buenos hábitos y conductas saludables. Vigila tu dieta y el consumo de alcohol y tabaco.
Descansa. Tómate periodos de desconexión. Busca espacios para relajarte y realizar actividades que favorezcan el descanso.
Reconoce tu vulnerabilidad. Es imposible que lo que estamos viviendo no genere un impacto en uno mismo.
Pide ayuda. Si ves que la situación te está sobrepasando, aprende a identificar el malestar y reconoce el derecho a ser ayudado.
Busca a los que te consuelan. Intenta pasar tiempo con tu familia, son fuente de gratificación.
Reconoce los pensamientos catastróficos. Pueden ser habituales en esta situación pero a veces son poco realistas.
No te sientas culpable por lo que no depende de ti o no puedes manejar. Acepta tus limitaciones como profesional sanitario.
Refuerzo positivo. Practica el refuerzo positivo con tu equipo. Fíjate en lo que estás consiguiendo en vez de en lo que no puedes conseguir.
Protégete de la sobreinformación. En estos días estamos sufriendo un bombardeo continuo de informaciones a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Es importante dosificar la información y acudir siempre a fuentes fiables

Adolescencia y Terapia Gestalt

la adolescencia

La adolescencia es la gran incomprendida entre las etapas evolutivas de las personas. Es un periodo de grandes cambios donde nuestros hijos se hacen adultos en pocos años. No es fácil entender la naturaleza de semejante cambio; es muy común que los padres no sepan cómo acompañar a sus hijos en este momento tan importante. Arrojaré un poco de luz desde la Terapia Gestalt para entender mejor esta convulsa etapa.

a recordar

Es importante recordar que la adolescencia es una constante tensión entre ser niño y convertirse en adulto. El adolescente vive esa tensión internamente, mostrándolo de diferentes maneras. Algunas pueden ser más problemáticas para la convivencia familiar que otras, pero todas derivan de la naturaleza propia de la adolescencia: falta de comunicación entre padres e hijos, actitudes desafiantes, problemas en el rendimiento escolar, retraimiento, apatía… Es normal no saber cómo mejorar la situación ni qué hacer para que dichos comportamientos cambien. Además, en esa lucha entre hacerse adulto y seguir siendo niño, los padres son la diana de la mayoría de sus emociones tan cambiantes, lo que dificulta la tarea.

qué aporta la Terapia Gestalt

La terapia Gestalt ofrece un espacio seguro al adolescente donde se sentirá escuchado, respetado y aceptado. Esto es muy importante para que nos deje entrar en su mundo interior, el cual tantas veces los padres sólo lo conocen parcialmente, y poder conocer cual es su realidad. Le daremos mucha importancia a cómo se siente, qué es lo que piensa, lo que anhela. Podrá expresar las cosas que por diferentes motivos no se atreve a decir a los familiares ni a los amigos y sentirá liberación por tener este espacio para él.

qué trabajaremos

Esta será la base desde donde trabajaremos los aspectos de su comportamiento que provocan malestar familiar o escolar. Poco a poco iremos entendiendo qué emociones se esconden detrás de cada comportamiento y podremos trabajar el fondo de cada cuestión. Conseguiremos que desarrolle una mejor autoestima y que sea más consciente de las reacciones que provocan sus actos en la gente de alrededor. Elaboraremos el tema de los límites. Revisaremos la manera que tiene de relacionarse. Todo esto será posible gracias a la confianza y el vínculo sano que estableceremos entre nosotros.

La terapia será un soplo de oxígeno para el adolescente donde, con paciencia y dedicación, aprenderá a afrontar de una manera más constructiva su vida.

En Drala Gestalt Ibiza contamos con terapeutas de gran trayectoria con adolescentes.

 

Ugaitz Zalakaín, Psicólogo y terapeuta Gestalt del Equipo Drala Ibiza

*puedes leer el artículo original en el número de marzo de la revista Aarti vida Sana

Recomendaciones para familiares para la despedida y el duelo ante la presencia del Covid-19

La situación del estado de alarma debido al Covid19 es nueva para todos y nos requiere nuevas maneras de poder realizar los ritos de cierres y despedidas tan importantes para poder elaborar nuestros duelos.

Esta crisis sanitaria sin precedentes está imposibilitando que los familiares y amigos puedan realizar los cierres y ritos de despedida tan importantes para que favorezcan una buena elaboración del duelo.

Es necesario adaptarnos a las limitaciones que esta situación nos impone y asumir la frustración que esta nos genera. Esta capacidad de asumir la impotencia será clave en la correcta elaboración de nuestro duelo y en la cicatrización de la futura herida.

 

Antes de centrarnos en las recomendaciones más puramente relacionadas con el duelo, nos gustaría resaltar algunos aspectos relacionados con la DESPEDIDA en estas circunstancias:

1. La despedida no es un acto puntual. Son muchos los momentos en la vida, y en la enfermedad, en los cuales le has manifestado tu amor y tu compañía. Recuerda todo esto como una forma de cierre y un adiós que siempre estará en tu corazón.

2. Cuando nos encontramos despidiéndonos de una persona que se encuentra al final de su vida aunque muchas veces no nos pueda contestar, puede escucharnos.

Puede que sea el último momento que estemos con nuestro ser querido así que podemos aprovechar esa entrada a la habitación a hablarle, le explicaremos qué vamos a hacer (Ej: ponerle medicación si está en casa y soy la persona que me encargo de su cuidado), decirle que puede estar tranquil@, que toda la familia está a su lado aunque no puedan estar allí con él o ella…

3. TÚ ERES LA FAMILIA. Cárgate de toda la fuerza del resto de la familia y transmíteselo así a la persona enferma así como al resto de los familiares que no vayan a poder estar en esa despedida presencial con vuestro ser querido. Si es posible que otro familiar te acompañe hasta el exterior (del hospital o residencia) y te pueda esperar a la salida.

4. Comunicación con tu ser querido: puedes decirle que imagine que están a su lado sus seres queridos, que todos le sonríen, le mandan besos…otra opción tan válida es el SILENCIO que acompaña y acoge también a la persona que está en esa situación. Mientras estás a su lado puedes poner tu palma de la mano en contacto con tu cuerpo-corazón, o darte un abrazo a ti mismo…

5. También es importante el “dar permiso” al ser querido para marchar y transmitir mensajes de tranquilidad.

6. En ese momento puede ser útil para el resto de familiares que no pueden acompañaros en la habitación, un pequeño ritual de contacto: eligiendo un lugar de la casa donde puedan estar tranquilos, contemplando una foto familiar, o lo que hay tras la ventana…

7. Mientras que dure la espera hasta el final puede ayudaros el mantener contacto entre los familiares.

8. Sé consciente y permítete las emociones asociadas al proceso que estás viviendo. Es normal que sientas tristeza, rabia e impotencia.

9. Elabora algo que puedas dejar con la persona fallecida. Una carta de despedida o algún objeto importante para ambos.

 

EN EL DUELO:

1. Como bien explica la psicóloga Marisa Magaña, lo más importante es ser conscientes de que el rito de la despedida es importante para el que sigue vivo no para el que fallece. Muchas veces ponemos la importancia en el fallecido cuando la importancia es para el que necesita realizar el cierre y despedida.

2. Permítete llorar lo que necesites. Tómate un tiempo en el día para poder pensar en la persona que has perdido y lo que significa para ti.

3. Es normal y habitual que aparezcan sentimientos de culpa por no haber podido estar a su lado en estos momentos finales. Sé muy consciente de que las limitaciones las ha puesto la crisis sanitaria y que no dependía de ti.

4. Si ahora debido a las circunstancias no podemos homenajear al fallecido se puede hacer más adelante. El recuerdo y las manifestaciones de amor estarán presentes en muchos momentos donde la familia puede tener presente al ser querido.

5. Ser conscientes de las limitaciones que nos impone esta crisis sanitaria. Es una crisis a nivel mundial.

6. No es obligatoria la incineración, se permite la sepultura.

7. Es importante sentir que estamos conectados aunque sea de manera virtual por
videoconferencias o por grupos de Whatsapp. Expresa tu pena y tu dolor con personas de confianza.

8. Pide ayuda, reconócete vulnerable. Si ves que no estás pudiendo elaborar esto, no temas mostrar tu fragilidad. Son momentos muy duros debido a la situación de pandemia global y a tu situación de duelo particular. Existen iniciativas y centros de escucha que te pueden ayudar.

9. No te olvides que, si hay niños pequeños, ellos, al igual que tú, necesitan compartir el dolor y las emociones. Lo más importante es la seguridad que da el amor de personas que le sostienen y les explican las cosas para que las entiendan.

Educar desde el ser

«Sólo podemos sanar el tejido a través de las células, las personas. Y para eso tenemos que sembrar la semilla en la escuela. Pero ha de ser una nueva escuela que tenga en cuenta los tres aspectos: el conocimiento, la salud amorosa y la salud instintiva»

Claudio Naranjo

La mayoría de docentes educan sin saber lo que están sintiendo sus alumnos. Y lo realmente emocionante y transformador sería que se pusieran en su piel: darse cuenta de lo que necesitan realmente. Educar desde el ser es educar desde el corazón y desde el instinto y no únicamente desde el conocimiento.

 

Cómo es la educación hoy

La escuela tradicional prioriza la mente racional y divide el aula entre los que saben y no saben. Las metodologías se basan en la acumulación repetitiva de conceptos y en una mera transmisión de información. Se nos ha reprimido los aspectos emocionales e instintivos. Por ello, llegamos a adultos con gran dificultad para expresarnos desde el cuerpo y la amorosidad.

Qué aporta Educar desde el Ser

Con la incorporación de metodologías activas en los centros educativos nace  «Educar desde el ser». Es una iniciativa que impartimos en el Centro de Formación de Profesorado de Ibiza. El objetivo es formar a los docentes en el ser: Los temas fundamentales  son estrategias para una comunicación afectiva y eficaz, cómo funciona un grupo-aula,  escucha activa y empatía, resolución de conflictos, etc.

Desde lo experiencial, les llevamos  a reflexionar y cuestionarse diferentes aspectos: cómo somos como educadores, cuál es nuestra actitud en relación con los niños y adolescentes y cómo nos relacionamos con nuestros propios compañeros y las familias.

 

El foco pasa a ser la persona

Centrarse en la persona y no tanto en la aplicación de contenidos es fundamental para acompañar a los docentes en un proceso de autoconocimiento. Esto revierte directamente en la profesionalidad de la tarea docente, mejorando el bienestar y el clima de las aulas, favoreciendo el desarrollo socioemocional  de los niños y jóvenes.

Queremos aulas felices, niños contentos, motivados, curiosos y creativos. Para ello, necesitamos docentes felices, capaces de autorregular sus emociones, que estén presentes y sean responsables para poder acompañar desde todo su ser.

El docente se observa en el propio estar en el aula: con los alumnos, las relaciones con los compañeros y con las familias. Les ayudamos a explorar en el propio carácter y sobre los patrones de conducta que facilitan y dificultan la labor docente. Llevamos a la toma de conciencia para propiciar un cambio de mirada que proporcione bienestar y calidad humana a los centros educativos.

Y entonces, qué pasa

Cuando el docente aprende a gestionar sus propias emociones favorece que el alumno se sienta acompañado y apreciado por sus profesores. Se produce una mejora en los aprendizajes y en la asimilación de competencias para la vida.

Se necesita una pedagogía de la interioridad donde poder crear las condiciones necesarias para que podamos sacar todo el potencial humano de los niños y adolescente. Emoción y aprendizaje son inseparables.

Inmaculada Banacloche  y Enrique Villatoro

Drala Gestalt Ibiza

*encuentra el original en el número de Abril de Aarti Vida Sana