Formación del carácter
Cómo llegamos ser cómo somos
De forma muy simple, podríamos definir el carácter como una serie de respuestas adaptativas, vitales en un momento dado de nuestra vida, que a fuerza de repetirlas se automatizan. Veamos un ejemplo:
Somos como una semilla con el potencial de convertirse en un árbol de unos 15m de altura. Igualmente, nosotros tenemos el potencial de ser “felices”, de encontrar un equilibrio adecuado con el entorno. Sin embargo, alcanzar ese potencial dependerá de varios factores.
Para esa semilla, no es lo mismo una tierra fértil que un pedregal, ni la cantidad de luz o humedad que tenga el lugar. Nosotros también dependemos de nuestro entorno: la familia, número de hermanos, lugar de nacimiento,… Sobre ese contexto no podemos influir sino que tenemos que adaptarnos.
Nuestro árbol nace hacia arriba para alcanzar su máximo potencial. Si cerca hay un árbol que le hace sombra, nuestro arbolito se inclinará en busca de luz. ¡Atención! ese movimiento vital e imprescindible para sobrevivir le aleja, temporalmente, de desarrollar su potencial, pero si no lo hace se muere. Más tarde, aunque el árbol grande que le hace sombra desaparezca, ese movimiento queda cronificado en un tronco que se mantendrá toda la vida. Ese tronco rígido sería el carácter.
De niños optamos por respuestas que, inicialmente, van en contra de nosotros mismos pero que son fundamentales para sobrevivir emocionalmente. Por ejemplo contener la rabia en un ambiente aversivo y violento, de forma que si no la contenemos el entorno nos daña más. Puede que de adultos tengamos dificultades en conectar con la rabia y, por tanto, nos cueste poner límites o decir NO a situaciones que nos resulten dolorosas. Nos contamos que somos miedosos, sumisos y no sabemos defendernos.
O sea, una respuesta que fue útil en un momento de nuestras vidas por unas condiciones del entorno, queda cronificado y automatizado aunque ese entorno cambie. Igual que aquel tronco, perdemos libertad de actuar de manera diferente a la aprendida. Esa pérdida de libertad repitiendo respuestas, útiles en un momento dado pero no es estos momentos, es a lo que llamamos el ego, el carácter, el rasgo….
El proceso de autoconocimiento a través de la Terapia individual o de la formación Gestalt, permite ser consciente de esos patrones crónicos de comportamiento para poder gestionarlos de manera diferente y flexible.
Todo un proceso de maduración y crecimiento personal.
Psicoterapeuta/docente Gestalt Equipo Drala
Miembro Supervisor AETG – Facilitador SAT Claudio Naranjo
Artículo publicado en el número de Diciembre de la revista Aarti Vida Sana
más info en www.dralagestalt.com