¿Qué son las creencias limitantes en Gestalt?
¿Qué son las creencias limitantes en Gestalt?
Las creencias limitantes no se van solo desarrollando a lo largo de nuestra vida a través de la repetición de la experiencia, si no que, desde niños, y muchas veces sin darnos cuenta, aprendemos una serie de normas y conocimientos sobre lo que está bien y lo que está mal. ¿Cómo debemos comportarnos, relacionarnos, cómo debemos actuar?
Algunas de estas normas nos llegan de entornos externos como el colegio, pero, sobre todo, nos llegan a través de nuestros padres. Ellos, desde pequeños nos enseñan lo necesario para relacionarnos y nos transmiten su conocimiento para poder salir al mundo exterior. Este aprendizaje, en ocasiones, es a través de normas explícitas: “No tienes que pegar a tus compañeros” o “tienes que acabarte todo lo que hay en el plato” y otras de estas normas no nos llegan a través de palabras, si no a través de la cotidianidad de los actos de los padres.
Por ejemplo, si has visto toda la vida a tus padres madrugar no es necesaria la frase “a quien madruga Dios le ayuda” para que te llegue el mensaje y lo aprendas, muy probablemente vayas a integrar el madrugar como algo positivo en tu vida adulta y es incluso que penalices a aquellos que duermen largo y tendido hasta bien entrado el día.
Todas estas normas, explícitas o no, acaban conformando lo que en terapia Gestalt se conoce como “introyectos”. Fritz Perls, padre de la terapia Gestalt, define la introyección como el «mecanismo neurótico mediante el cual incorporamos dentro de nosotros patrones, actitudes, modos de actuar y pensar que no son auténticamente nuestros”.
¿A qué se refiere Perls con que no son auténticamente nuestros?
Si partimos de que los pilares de la Gestalt son: conciencia, responsabilidad y el aquí y ahora entendemos que, si estos aprendizajes no han pasado por un punto de conciencia significa que aquí y ahora los estamos poniendo en práctica de forma automática y responsabilizándonos o no de sus consecuencias. ¿Se habrá realmente planteado el madrugador si realmente está de acuerdo en que dormir es negativo?
Culturalmente, muchas de estas normas explícitas se han ido transmitiendo a través de generaciones sin que hubiera consciencia en su práctica del día a día. La Gestalt no afirma ni desmiente la veracidad de estos introyectos, si no que invita ponerles conciencia a que el individuo se los plantee: ¿Son siempre ciertos? ¿Cómo puede afectar a una persona el “tragar” uno de estos introyectos al 100% convirtiéndolo en ley?
Vamos a ver algunos de los introyectos explícitos transmitidos de generación en generación en la cultura española llamados refranes. ¿Te has parado a pensar ellos?
Introyectos culturales españoles
Perro ladrador poco mordedor
¿Alguien que habla mucho necesariamente no acciona? Este introyecto en forma de refrán lo podemos haber repetido muchas veces a lo largo de nuestra vida, sin embargo, si te encuentras delante de un perro que no para de ladrarte, ¿realmente vas a quedarte delante tentando a la suerte porque crees conocer a ese perro, o porque todos los perros son iguales y si ladran no muerden? Es muy probable que te apartes de ese perro, porque instintivamente puedes percibir hostilidad.
Sin embargo, recuerda alguna ocasión en la que has utilizado ese introyecto con una persona. Alguien que te va, por ejemplo, amenazando con hacer algo varias veces. ¿Es posible que en algún momento cumpliera la amenaza? ¿Existe esa opción? Claro que existe porque no todos somos iguales.
Un clavo saca otro clavo
Este refrán que se ha instalado en el subconsciente de muchos alude a que una persona hace olvidar a otra y que el objeto inicial puede ser sustituido por otro.
¿Es realmente así? Hay muchas situaciones y casuísticas que pueden darse, pero dependiendo del momento en el que estemos, un segundo clavo podría tratarse de un mero entretenimiento o derivación de la atención sin que necesariamente ocupe el espacio emocional que ocupaba el primer clavo. Aquí estaríamos hablando de que este mecanismo de introyección invita al siguiente mecanismo: la deflexión, de la que no nos ocuparemos en este artículo.
Lo importante es que cuando de manera automática vayamos a activar el introyecto de “un clavo saca a otro clavo” podamos recurrir a ponerle consciencia en para qué lo estamos haciendo, y si realmente es lo que queremos o simplemente estamos tapando una necesidad de duelo para cerrar un ciclo.
Como hemos dicho, esto se trata de un ejemplo y no a todos aplica del mismo modo una vez hemos puesto conciencia en la motivación de nuestros actos.
Al mal tiempo, buena cara
Este introyecto apela a la importancia del positivismo y siempre proyectar felicidad. Sin embargo, también sabemos que la felicidad constante no es algo que abunde y menos durante todo el tiempo. ¿Qué sucedería entonces a una persona que pone buena cara cuando no se siente bien? En este supuesto existiría una disociación entre lo que hace y cómo se siente, en este momento es cuando se debería activar la consciencia y plantearse para qué pone buena cara.
En ocasiones cuando la disociación es fuerte, como en situaciones en las que una persona está triste, pero sonríe ante desconocidos, en formación Gestalt hemos podido ver varias veces como otro factor entra en acción. El cuerpo. En el momento en que sentimiento y mente no se alinean, el cuerpo puede también reaccionar automáticamente para dejar constancia a la persona de que hay algo que no funciona, y de pronto esa sonrisa mantenida un rato empieza a flaquear y le empiezan a temblar los labios.
Conclusiones
La observación de nuestras necesidades a través del ciclo de satisfacción de las necesidades según la Gestalt ofrece al individuo la posibilidad de afrontar distintas situaciones desde un grado de autoconocimiento mayor. Este conocimiento le permitirá acercarse al equilibrio placentero o a gestionar sus necesidades desde otra perspectiva que posibilite el aproximamiento a la resolución.